Georgia, el país del cáucaso.

Georgia, el país del cáucaso.

País de leyendas y rodeado de un aura de misterio, Georgia combina su milenaria historia con lo moderno y lo antiguo, su diversidad cultural con una fe a prueba de invasiones, su carácter mediterráneo con su cercanía a oriente ,  y sobre todo la hospitalidad y el carácter del pueblo georgiano, que hacen de este destino un acierto seguro que poco a poco se está abriendo al turismo.

Situada en la linde de dos continentes, Georgia no pertenece a Europa aunque tampoco a Asia. Teóricamente pertenece a Oriente Medio ya que ocupa la vertiente sur de la cordillera del Gran Cáucaso, pero la proximidad cultural y el sentimiento de sus gentes es europeo

ARRIBA: Panorámica de Tbilisi, capital de Georgia.

Hablar de Georgia es hablar del Cáucaso, de un país al abrigo de las montañas más altas de Europa, abierto y con un espíritu occidental donde se respira la alegría mediterránea, y  que en épocas pasadas fue lugar de veraneo de las élites zaristas y destino soñado para los trabajadores más ejemplares del Soviet, conocida como la Riviera comunista.

ARRIBA: Zona montañosa de Kazbegi.

ARRIBA: Playa de Batumi, en la costa del Mar Negro, al oeste del país.

Georgia siempre fue un cruce de caminos. Así lo atestiguan los fósiles que demuestran la primera presencia humana fuera de África, y que son los restos más antiguos encontrados fuera de África y los más primitivos en toda Eurasia, dando el origen a la primera civilización europea.

Pero la historia de la nación georgiana se remonta al reino de Cólquida, donde nacen las leyendas de Jasón y los Argonautas que fueron allí en busca del vellocino de oro, que se acabaría convirtiendo en el origen del Toisón de oro, una de las ordenes de caballería más antiguas de Europa.

ARRIBA: Estatua del rey Vakhtang Gorgasali, Tbilisi.

Quizás una de las culturas más antiguas del mundo, con un idioma que tiene más de dos mil años y un alfabeto distintivo,  Georgia es la segunda nación cristiana más antigua del planeta cuya fe ha perdurado por milenios pese a estar próxima a países islámicos, y conservando su identidad a pesar de las continuas invasiones de los ejércitos otomanos, persas, griegos, bizantinos y mongoles. En el siglo XIX el Imperio Ruso se anexionó Georgia hasta la revolución bolchevique para luego caer en las manos de la URSS, una época de represión en la que desapareció la libertad de partidos y la iglesia fue perseguida.

ARRIBA: Torre del alfabeto, Batumi. Georgia

ARRIBA: Ciudad natal de Stalin. Gori.

Se independizó en 1991 para entrar en una etapa de corrupción a gran escala, crimen organizado y las guerras de Abjasia y Osetia del Sur, provocando una oleada de refugiados y miles de muertos, siendo los temas que más publicidad negativa han dado al país. En 2008, de nuevo, las tropas georgianas y rusas se enfrentaron durante nueve días por el dominio de Osetia del Sur. Actualmente Georgia no controla ninguna de las dos zonas, que actúan como países independientes y que sólo Rusia y otros cuatro estados han reconocido. Para la gran mayoría de países y para el pueblo georgiano aún siguen formando parte de su territorio por el que luchan de manera pacífica. Para los viajeros no es recomendable acceder a estas dos zonas debido a que se han dado casos de asaltos violentos a extranjeros. Si aún así se quiere ir, siempre será mejor acceder a Abjasia desde Georgia poniéndose en contacto con el ministerio de interior de Abjasia, el cual enviará un documento que deberemos presentar para conseguir el visado una vez hayamos accedido a su capital (Sujumi). Este visado se exigirá a la salida, por lo que si no se dispone de él se pueden tener graves problemas, el primero de ellos quedarte atrapado allí. Nunca será buena idea acceder Georgia desde Rusia pasando por Abjasia ya que al acceder sin visado georgiano se incurriría en un delito. Tanto en Abjasia como en Osetia del Sur no existe misión consular, por lo que si se quiere acceder a ellos es importante saber que se accede bajo la responsabilidad de cada uno.

Hoy Georgia es un país que se reinventa a sí misma como un país abierto que ha avanzado en la implantación de procesos democráticos, ha recuperado la confianza de la comunidad internacional y es un referente cultural y turístico en la región caucásica sin llegar aún a las masificaciones de otros destinos. Ofrece todo tipo de actividades: desde el mar donde uno puede relajarse en sus playas, a la montaña, donde cuenta con cinco picos que superan los 5000 metros y se puede disfrutar de unos paisajes de escándalo, llenos de ríos para practicar rafting o sobrecogedoras rutas donde hacer senderismo en entornos naturales vírgenes rodeados de picos nevados que harán las delicias de los fotógrafos; a precios asequibles, aunque en algunas zonas las tarifas de alojamiento y actividades pueden resultar un poco abusivas. Cosas de la llegada del turismo.

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ARRIBA: Sendero hacia la iglesia de Gergeti, Kazbegi.

ARRIBA: Calle de Batumi.

ARRIBA: Monte Kazbek.

Pero además de mar y montaña, en Georgia hay mucho para ver: iglesias y monasterios ortodoxos (en los que el protocolo de vestimenta «obliga» a las mujeres cubrirse la cabeza) coronan los paisajes de todo el país, pueblos medievales anclados en el pasado, ciudades excavadas en la roca y la posibilidad de mezclarse con la gente en los muchos mercados de lo más singulares  y bulliciosos repartidos por sus ciudades donde se vende mucho de lo que se produce en los pueblos por unos comerciantes que siempre tendrán una sonrisa y gran sentido del humor con los visitantes. Sin duda una de las recompensas que se obtienen al recorrer este país, que destaca por la hospitalidad de sus gentes para quienes el turismo es un regalo caído del cielo y no dudaran en ayudar cuando te pierdas, porque te perderás alguna vez fijo. Con la mayoría de gente joven uno podrá entenderse en inglés, pero con gente de más de 50 se hará complicada la comunicación si no manejas el ruso.

ARRIBA: Monasterio David Gareji.

ARRIBA: Uplistsikhe.

Cuenta la leyenda, que cuando el creador estaba repartiendo la Tierra entre los distintos pueblos, los georgianos llegaron tarde a la cita. Se excusaron diciendo que habían estado de celebración, pero que habían brindado y comido a su salud por el mundo tan bonito que había creado. Después le invitaron a uno de sus banquetes y se lo pasó tan bien que les regaló la parte del mundo que él mismo se había reservado. Por eso el pueblo georgiano dice vivir en el país más bonito del mundo.

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La gran diversidad de paisajes y regiones se refleja en su gastronomía, con influencias de oriente y occidente, en la que  no habrá desayuno sin hortalizas ni comidas sin vino, cuyo cultivo se realiza desde hace siete mil años y hoy goza de reconocimiento mundial con varios premios, siendo el lugar del mundo con más variedades de uva. Imprescindible probar como mínimo los platos nacionales: jinkali y jachapuri.

ARRIBA: El Khachapuri, un pan relleno de queso y huevos. (FUENTE: Wikipedia/Themightyquill )

ARRIBA: Un plato de khinkali, bolas de masa hervida rellenas de carne. (FUENTE: Wikipedia/TheMightyQuill )

ARRIBA: La calle Erekle II en Tbilisi es una buen lugar para degustar comida georgiana y salir de copas.

La experiencia de viajar en transporte publico se convierte en toda una aventura y un subidón de adrenalina. Dobles adelantamientos, acelerones, frenazos… La forma de conducción de los georgianos es famosa por ser muy agresiva. El medio de transporte más popular y más económico son las marshrutkas,  furgonetas con capacidad para unas 15 personas y que se usan tanto para desplazamientos interurbanos como para conectar ciudades alejadas. Como norma general suelen ir rápido, incluso demasiado, y entre las carreteras en mal estado, baches y bandazos no resultan ser muy cómodas. Hay que mentalizarse e intentar disfrutar del paisaje, de la compañia y en muchos casos del gusto por la música cañera  de los conductores. En cada ciudad hay una estación de marshrutkas y el pago suele hacerse directamente al conductor o en alguna pequeña oficina en la misma estación.

ARRIBA: Estación de marshrutkas.

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ARRIBA: Interior de una marshrutka.

Por el contrario, el tren resulta más práctico para los viajes largos como por ejemplo si se quiere visitar la costa del Mar Negro o cruzar a Armenia o Azerbayán para las que hay conexiones nocturnas desde Tbilisi y es mucho más cómodo que las marshrutkas. Aquí al menos puedes estirar las piernas y dormir tumbado. Imprescindible reservar con antelación para los trenes nocturnos.

ARRIBA: Tren que une Georgia y Armenia.

Otro medio de transporte es el taxi, pero se ha de negociar el precio antes ya que no disponen de taxímetro, y siendo extranjero es muy probable que intenten timarte. La dosis de emociones fuertes en la carretera también estará servida con los taxistas al volante. Curiosidad: casi todos los coches en Georgia funcionan con gas!, así que si observas que la aguja del combustible lleva en cero varios kilómetros no te asustes, es «normal».

Actualmente ninguna aerolínea une con vuelo directo España y Georgia. Aerolíneas como Lufthansa , Turkish y Pegasus  vuelan desde España hasta Tbilisi y Batumi  haciendo escala. Se espera que para el próximo julio de 2017 la aerolínea georgiana Airzena abra la primera ruta regular entre España y Georgia con vuelos que conectarán Tbilisi con Barcelona.

Bienvenidos al país más al este de Europa, al que llevaba mucho tiempo queriéndole hincar el diente y he de confesar que se convirtió en un auténtico descubrimiento. Un país que te cautiva en cuanto pones los pies en él, seguro y barato para la media europea.

Georgia, 2015

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