Tenerife, eterna primavera.

Tenerife, eterna primavera.

La isla de Tenerife es visitada cada año por millones de turistas atraídos por el más benigno de los climas en cualquier estación del año y una oferta turística que combina contrastes paisajísticos, ocio y una buena gastronomía.

Texto: Miguel Galmés. Fotografías: David Galmés, Miguel Galmés

A lo largo de la historia muchos marineros han anhelado alcanzar la isla de Tenerife como si fuera un trozo del paraíso más allá de las columnas de Hércules. La figura de su imponente pico, considerado el más alto del mundo durante el Renacimiento, era la primera señal que les ayudaba a navegar por estas aguas ya conocidas por los fenicios, que la utilizaron como punto de abastecimiento de recursos naturales, y los romanos, que conocían a la isla como Ninguaria por la nieve perenne de su majestuoso pico, utilizaban la sabia roja del drago, muy preciada en los tocadores de las mujeres romanas; y la orchilla, una planta utilizada para tintes que fue uno de los motivos principales por el que los comerciantes llegaron a la isla.

Desde que en el siglo I d.C Ptolomeo situara el meridiano más occidental del mundo conocido en las Islas Afortunadas, fenicios, romanos, Cartagineses y bereberes arribaron a Tenerife y trataron con los aborígenes que la habitaban con unas costumbres neolíticas, cuyos restos parecen indicar que sucesivas poblaciones procedentes del norte de África la poblaron 2500 años antes de Cristo. Estos aborígenes constituían la raza Guanche, cuyo nombre significa hijos del volcán, y que erróneamente se utiliza para todos los aborígenes de Canarias. Los Guanches fueron los primeros pobladores de la isla de Tenerife, vivían en cuevas, momificaban a sus muertos más nobles, tenían un sistema político monárquico y su idioma tenía parentesco con el bereber.

momia guanche

ARRIBA: Momia guanche en el Museo de Historia de Santa Cruz de Tenerife.

La conquista de la isla más grande de las siete que forman en archipiélago canario no fue fácil y varios fueron los intentos por someterla. Con el fin de impedir la hegemonía marítima de Portugal, los reyes auspiciaron la conquista del archipiélago, iniciada en 1402. En 1494 Alonso Fernández de Lugo capitaneó a los quince bergantines llenos de armas, caballos y soldados que desembarcaron en las desoladas costas de Añaza, que poco tenían que ver con la idea de paraíso que se había mitificado desde la antigüedad. En este lugar se fundó la primera ciudad de la isla, Santa Cruz, en honor a la santa cruz que clavaron los conquistadores como símbolo de posesión para la Corona de Castilla al desembarcar y cuyos restos se encuentran hoy en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, la más antigua e importante de las iglesias de la ciudad.

Santa Cruz de Tenerife

ARRIBA: Campanario de la Iglesia de la Concepción.

Ajena al turismo de masas, la capital Santa Cruz de Tenerife combina un centro señorial de edificios históricos con exuberantes parques subtropicales y calles comerciales con bares, restaurantes y los mejores museos de toda la isla. Las avenidas y plazas, decoradas con flores de todos los colores durante todo el año contribuyen a un ambiente subtropical que da pie a la relajación en esta ciudad que es conocida por su carnaval, declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional y considerado como uno de los más famosos del mundo.

Con el tiempo Tenerife se convirtió en una escala de descanso y avituallamiento para los barcos que hacían la rutas de indias cargados de productos orientales que se convertían en codiciados botines para los piratas, que merodeaban las aguas de Canarias, y potencias extranjeras que ansiaban este enclave estratégico fuertemente defendido por fuertes y baterías de cañones, como el ataque que tuvo lugar el 25 de julio, día de Santiago, de 1797 en el que el almirante inglés Horacio Nelson no sólo perdió parte de su flota sino también su brazo derecho por un balazo del cañón Tigre, una reliquia expuesta hoy en el Museo Militar, mientras intentaba invadir esta plaza. Por aquella victoria la ciudad recibió el título de Muy Leal Noble e Invicta Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife. Hoy es posible ver alguno de aquellos fuertes que defendieron la ciudad junto a edificios como el auditorio, aclamado internacionalmente y considerado como uno de los máximos exponentes de la arquitectura contemporánea.

auditorio de Santa Cruz de Tenerife

ARRIBA: Auditorio, obra de Calatrava, junto a una antigua fortaleza defensiva.

A pocos kilómetros de la capital se encuentra una de las las playas más famosas de la isla, la Playa de las Teresitas, un pequeño paraíso de arena fina y dorada procedente del cercano desierto del Sahara donde poder disfrutar de unas aguas amansadas por su rompeolas y de chiringuitos en los que matar el hambre con pescado fresco que los pescadores del vecino barrio de San Andrés capturan cada mañana. Todo esto a los pies del macizo de Anaga, la parte mas antigua de la isla, que ofrece una ventana a la prehistoria geológica de Tenerife.

playa de las teresitas

ARRIBA: Playa de las Teresitas.

Circular por su sinuosa carretera nos introducirá en un bosque a veces tan espeso que ni los rayos del sol lo traspasan, lo que hace que en esta zona de la isla con la influencia de los vientos alisios goce de una humedad más elevada, generando un ecosistema de vegetación que ayuda a proteger el suelo fértil y las condiciones perfectas para que se conserve el bosque de laurisilva, un bosque de la era terciaria que forraba todo el continente europeo hasta la edad de hielo y que hoy sólo sobrevive en ciertas islas de la Macaronesia.

Sendero de Anaga

ARRIBA: Sendero de los sentidos, en el Parque Rural de Anaga.

Nombrado Reserva Mundial de la Biosfera, el Parque Rural de Anaga ofrece algunos de los más espectaculares senderos de la isla a través de la laurisilva y pasando por algunas pequeñas aldeas que sobreviven aisladas en este paraje natural lleno de desfiladeros y barrancos que van a morir en inhóspitas playas con vistas a islotes y roques castigados por el oleaje. Pueblos como los de Taganana y Almáciga son accesibles por carretera y sus pequeñas playas son muy populares entre la comunidad surfera.

play de Benijo

ARRIBA: Playa de Benijo con puesta de sol.

El Norte

Fue en el norte de la isla, dos años después de la llegada de los castellanos, donde se decidió la conquista de Tenerife. Poblaciones como La Matanza o La Victoria recuerdan aquellas batallas donde los guanches se cobraron con sangre cada palmo de territorio con un modelo militar que estaba en el neolítico frente a uno de los ejércitos más poderosos de aquella época, provisto de las armas más modernas y la presencia intimidatoria de los caballos, al que habían mantenido a raya. Con la capitulación de Bencomo, el último mencey Guanche, se estableció la primera capital de la isla en la Vega de La Laguna, desde donde se dictaron las leyes y se hizo el reparto de las tierras. La cultura guanche no fue respetada ni asimilada. Los supervivientes fueron convertidos al cristianismo y un gran número esclavizados y trasladados a Europa, o asesinados.

Hoy La Laguna es una animada ciudad universitaria que posee la distinción de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es la segunda ciudad en importancia de la isla. Cuenta con un importante patrimonio arquitectónico y cultural que llama a pasear por sus calles entre los edificios con más historia de la isla, con pórticos de piedra volcánica rojiza y los balcones de madera que llegan a su máximo esplendor durante las fiestas del Corpus Christi, cuando los adornos y alfombras florales forran un trazado urbano, despojado de murallas desde sus inicios, que sirvió de modelo para las nuevas ciudades del Nuevo Mundo.

Por la altitud de sus cumbres, Tenerife queda dividida en dos vertientes y goza de un clima privilegiado. Su parte norte bañada por los vientos alisios destaca por la frondosidad de sus bosques y pinares. Desde el mirador que rinde homenaje al geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt, que hizo un breve recorrido por Tenerife en junio de 1799, se tiene una panorámica de la inmensidad del verde y fértil Valle de la Orotava con sus amplias extensiones de cultivos de plataneras y viñedos con el imponente pico del Teide como fondo que tanto impresionó al alemán, que no dudó en considerarlo como uno de los parajes más bellos del mundo.

Valle de la Orotava

ARRIBA: Valle de la Orotava

Atraídos por sus historias y el progresivo florecimiento cultural, muchos personajes ilustres de la cultura, la política y grandes científicos recalaron en la isla y se encargaron de difundir por toda Europa las excelencias de una isla paraíso para la ciencia, por sus favorables condiciones climáticas, la afortunada fertilidad de sus tierras, la riqueza de su flora y fauna y además el carácter acogedor de sus habitantes.

Como Humboldt, muchos de ellos visitaron la Villa de la Orotava que todavía hoy conserva un bello y único casco histórico nutrido de espectaculares ejemplos de arquitectura de estilo canario, bonitos jardines con vistas a la costa norte y calles empedradas que se llenan de color con los tonos pastel de las fachadas y las flores de los balcones de madera. Aquí también es famosa la celebración del Corpus Christi, cuando se llevan a cabo los impresionantes tapices de arena volcánica de diferentes colores en la Plaza del Ayuntamiento.

A finales del siglo XIX el creciente turismo británico convirtió el Puerto de la Cruz en un Spa de moda en el que dignatarios europeos como Winston Churchil y miembros de la realeza se refugiaban del frío invierno europeo. Hoy el destino es más popular y uno de los referentes turísticos de sol y playa del norte de Tenerife, donde la mayoría de edificios históricos se encuentran en su pequeño casco antiguo peatonalizado que se extiende hasta el pintoresco barrio de los pescadores. El visitante puede encontar en esta ciudad con sensación de pequeño pueblo un buen número de bares, restaurantes, discotecas y hoteles, además de playas de arenas negras con frecuentes olas que harán las delicias de los surfistas.

En los días de fuerte oleaje y corrientes en los que no sea seguro bañarse en el mar se puede compensar con una visita al Lago Martiánez, un complejo de piscinas naturales al aire libre bellamente diseñando por el artista canario Cesar Manrique. O bien visitar el Jardín Botánico, creado como lugar de aclimatación para todas las especies botánicas de las colonias españolas en la ambición del rey Carlos III por trasladarlas luego a sus jardines de palacio en Madrid. Ante el fracaso del plan, pues muchas de las especies no soportaron el invierno peninsular, hoy el botánico es un vergel con más de 3000 especies de todo el mundo.

Pero sin duda, la mejor atracción de el Puerto de la Cruz e icono de la isla es el Loro Parque, uno de los mejores zoológicos del mundo que originalmente contenía 150 loros y en la actualidad posee la reserva de especies y subespecies de loros más grande y diversa del mundo, que incluye además un gran número de especies de animales terrestres y marinos y una extensa colección de plantas tropicales que se distribuyen por todo el recinto.

Para ver todas las imágenes, echa un vistazo a la galería de fotos completa «Tenerife».

Bajo la sombra del Teide, la Villa de Icod de los Vinos alberga el árbol que una vez fue común en todo el Mediterráneo y que las sucesivas glaciaciones empujaron hacia el sur, de características inusuales y una longevidad reverenciada incluso por los guanches. Se trata del conocido como Drago Milenario, el mayor y más longevo ejemplar de drago que se conoce en el mundo en su especie y declarado Monumento Nacional en 1917. Cada año atrae a un buen número de visitantes a esta pequeña villa de bellas casas típicas canarias que, según la tradición oral fue el primer asentamiento en la isla, sede del menceyato o reino de Icod con los restos arqueológicos más antiguos de Tenerife, para contemplar el emblemático árbol cuya edad se estima entre los 600 y 800 años, lo que significa que es anterior a la conquista de la isla.

El aumento del comercio marítimo con Tenerife facilitó la construcción del principal puerto en el norte de la isla. Desde el puerto de Garachico partían mercancías hacia el Nuevo Mundo y Europa, con cargamentos de orchilla y vino de malvasía, hasta que en mayo de 1706 gran parte de la ciudad quedó sepultada bajo los ríos de lava procedentes de una erupción volcánica.

Garachico volvió a resurgir de sus cenizas y hoy ofrece la estampa de uno de los pueblos más bonitos de la isla, con calles estrechas y empedradas que parecen congeladas en el tiempo. Aquellas coladas de lava que llegaron al mar formaron en la costa piscinas naturales que son un reclamo para locales y visitantes, que se dan cita en ellas en los días más calurosos junto a su puerto de pescadores y el castillo de San Miguel, uno de los pocos edificios que sobrevivieron a las erupciones.

Al visitante le llamará la atención el carácter montañoso de la isla, no en vano aquí se alza el pico más alto de cualquier tierra emergida en el Océano Atlántico y el más alto de España. Declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, el Parque Nacional Las Cañadas del Teide es uno de los más visitados del mundo y el más visitado de España, con más de 4 millones de visitantes que se maravillan cada año con la silueta del Teide, que con 3718 metros sobre el nivel del mar convierten a Tenerife en la décima isla más alta del mundo.

El parque nacional se ubica en el interior de un gigantesco cráter de aproximadamente 16 kilómetros de diámetro en el centro de la isla donde domina un desierto volcánico expuesto al sol que es hábitat de 58 endemismos de flora. Algunos ejemplos son la delicada Violeta del Teide, la retama o el tajinaste rojo, que puede alcanzar dos metros de altura y que se llena de flores blancas y rojas cuando florece cada año entre mayo y junio.

En medio del circo de Las Cañadas se levanta la mole de lava que forma el Teide, hoy un volcán dormido, al que los guanches llamaban Echeide y consideraban morada de un demonio al que denominaban Guayota. Una carretera cruza el parque entre los restos solidificados de gigantes coladas modeladas por el fuego pasando por la base del volcán, donde el teleférico salva los 3555 metros, en un ascenso casi vertical de 8 minutos con unas vistas espectaculares.

Con un permiso, es posible subir a pie hasta el cráter entre las fumarolas de azufre o disfrutar de las espectaculares vistas que ofrecen los miradores desde los que, en un día despejado y sin calima, se puede alcanzar a ver las siete islas del archipiélago o el famoso mar de nubes. Otra opción para los más avezados es prescindir del teleférico y ascender a la cumbre a pie mediante un sendero que sube hasta el refugio de Altavista, donde se hace noche para continuar antes del amanecer hacia el cráter y llegar con la salida del sol.

Los guanches usaron el Camino Real de Chasna, que unía las vertientes norte y sur de la isla a través de la zona comunal que era Las Cañadas del Teide, como cañada para la trashumancia del ganado. Cantidad de senderos con diferentes grados de dificultad ofrecen buenas excursiones a través del circo de Las Cañadas. Desde el ascenso a la Montaña Blanca, donde se tienen unas vistas impresionantes del Teide, hasta el más corto y sencillo de los Roques de García, pasando por el llano de Ucanca a través de enormes rocas y diques volcánicos que emergen del suelo como catedrales con llamativos patrones geométricos que recuerdan las fuerzas naturales que dieron forma al parque.

El sur.

Mientras que el norte de la isla destaca por su frondosidad, la vertiente sur presenta un aspecto árido y desolado debido a las cenizas que las sucesivas erupciones fueron depositando por el efecto de los alisios. Así conforme vamos descendiendo y dejando atrás la la corona forestal – una barrera natural de pino autóctono canario capaz de resistir los incendios, que bordea el exterior de las paredes del Parque Nacional de las Cañadas del Teide con enormes ejemplares – el paisaje presenta figuras erosionadas más típicas de un paisaje lunar dando forma a uno de los lugares más singulares de Tenerife. Compuesto por delicadas figuras cónicas que harán volar la imaginación del viajero, y que se conocen en geomorfología como chimeneas de hadas.

De otro planeta también parece la ubicación donde se encuentra el remoto pueblo de Masca, aferrado entre barrancos del oeste de la isla. El caserio de Masca se sitúa en el Parque Rural de Teno y es el mejor ejemplo de arquitectura tradicional canaria, considerado uno de los pueblos más bonitos de Tenerife y en el que apenas viven cien habitantes, que hasta hace 30 años vivían prácticamente aislados y sin luz, aprovechando cada rincón de espacio al filo de los barrancos para levantar sus casas o sus terrazas donde cultivar. Gracias a este aislamiento Masca ha podido conservarse prácticamente como antaño.

Los aficionados al senderismo no pueden perderse uno de los mejores senderos de toda la isla, que comienza a la izquierda de la gran cresta de Masca y desciende durante seis horas entre los impresionantes barrancos y desfiladeros, algunos de tan solo 20 metros de ancho, hasta llegar a una pequeña playa rodeada de asombrosos acantilados. Desde aquí sólo queda la opción de volver a subir o reservar un bote hacia los tranquilos pueblos de Los Gigantes o Puerto Santiago, en un trayecto que pasará por los colosales acantilados de Los Gigantes formados por la lava y que se elevan 500 metros sobre el mar. Una auténtica maravilla.

los gigantes

La costa sur de Tenerife se caracteriza por sus playas de arena ocre, muchas de ellas creadas artificialmente, que son el reclamo de un turismo puramente de sol y playa que abarrota los pueblos que antaño fueron pesqueros y hoy dominan los apartamentos de gran altura, urbanizaciones de lujo y los resorts más exclusivos de la isla. Los Cristianos, Playa de las Américas o Costa Adeje son los núcleos donde el turismo llegado de todos los rincones de Europa pasa la mayor parte del tiempo en sus concurridas playas, parques acuáticos o discotecas. Y los aficionados al surf encontrarán en El Médano ese lugar perfecto que ofrece excelentes condiciones para practicar deportes acuáticos.

el medano

ARRIBA: Playa de El médano. Fotografía de David Galmés (https://www.instagram.com/fotografiadg/)

Existe también la posibilidad de zarpar en alguna excursión para ver ballenas. Esta zona es una de las mejores de Europa para la observación de estos mamíferos marinos. Aunque no todo son playas en estos destinos del sur de la isla, hay espacio para el paseo por sus largas avenidas marítimas y sus modernos centros comerciales, con algunas tiendas destinadas al turismo de alto poder adquisitivo.

Una buena infraestructura de transporte público hace posible que quien busque unas vacaciones relajadas pueda escapar a otras playas menos visitadas de la costa sureste o a partes más tranquilas de la isla como la Villa de Candelaria, que debe su nombre a la Virgen de Candelaria, Patrona de Canarias, que en 1392 se apareció a dos aborígenes guanches. Hoy es venerada en la basílica, cuya plaza se asoma a las playas de arena negra y a las figuras talladas en bronce de los menceyes guanches, los antiguos reyes de la isla.

candelaria

ARRIBA: Basílica de Candelaria.

Uno no puede acabar su visita a la isla sin pasar por alguno de los muchos guachinches que, repartidos por toda la isla, ofrecen las famosas papas con mojo picón o mojo verde, el plato canario por excelencia, además de una larga lista de cocina casera surtida de carnes, pescados o sabrosos quesos con o sin gofio, uno más de los elementos tradicionales de la cocina canaria. Con todo, no es de extrañar que el visitante encuentre en Tenerife su particular paraíso isleño de la eterna primavera.

Más fotos en la galería y Flickr.
Con la colaboración fotográfica de David Galmés

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