Concebido como una demostración del poder y grandeza, el Monumento a los Descubridores hace un repaso a la historia de las grandes epopeyas marítimas del imperio Portugués, rindiendo homenaje a los grandes descubridores de aquella época, que durante la dictadura de Salazar fueron ideológicamente ensalzados .
Otra de las visitas imprescindibles en el Barrio de Belém, a parte del monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, es el Monumento a los Descubridores. Este monumento de 52 metros de altura fue instalado en 1960 e inaugurado con motivo del 500 aniversario de la muerte de Enrique el Navegante, quien fuera hijo, hermano y tío de reyes. El monumento rinde homenaje a la época de los grandes descubridores y navegantes portugueses, entre los que se encuentra el propio Enrique.
Enrique fue el quinto hijo del rey de Portugal Juan I y sin duda la figura más representativa de la expansión de Portugal durante los siglos XIV y XV. Además fue el fundador de la primera ermita de Restelo, lugar donde posteriormente su sobrino-nieto mandaría construir el monasterio de los Jerónimos, el punto desde el que partían las grandes expediciones marítimas de la época.
El edificio representa la proa de una carabela que se eleva sobre las aguas del Tajo. En la punta de la proa se representa la figura de Enrique el Navegante, siguiéndole tras de él otros importantes personajes de la época que jugaron un papel decisivo en las expediciones y conquistas: Manuel I, Luís de Camões, representantes del clero, cargadores de barcos, nobles.
La parte posterior del monumento representa una gigantesca espada clavada en el suelo, y es el lugar donde se encuentra la entrada por la que se accede a varias salas de exposiciones y congresos. La mejor parte del monumento es la última planta en la que se encuentra el mirador, y que para mala suerte mía se encontraba cerrado el día que estuve por allí y no pude disfrutar de las vistas del río Tajo y del Barrio de Belém, en su lugar me puede contentar con las vistas del puente 25 de Abril, un impresionante puente de acero de 2 km que une las dos orillas del Tajo.
En el suelo de la plaza frente al monumento se encuentra una enorme rosa de los vientos de 50 metros de diámetro en cuyo interior se representa un enorme mapa con las rutas de los descubridores en los siglos XV y XVI y la fecha en que se realizó.
Nada mejor que rematar la visita a Belém que haciendo un alto en el camino en la tradicional Antiga Confeitaria de Belém, un gran café con varias salas donde se encuentran los tradicionales pasteles de Belém, quizás los mejores de toda la ciudad!
Y con este post terminamos la serie de artículos sobre la ciudad de Lisboa.
Lisboa, 2008
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