La pequeña, pero no por ello menos interesante, Bratislava se presenta al viajero como una de las capitales de menor tamaño de Europa, fácil de visitar y con una historia que se remonta al siglo II a.C.
La capital de Eslovaquia se enclava a orillas del Danubio y dividida en dos por éste. Concentra la mayoría de su atractivo turístico en la orilla norte, en las calles empedradas del casco antiguo de lo que antiguamente fue Presburgo, la antigua capital de Hungría.
Un gran cartel que reza «welcome to slovakia» en el pequeño hall de la estación recibe a los viajeros que llegan por tren a la capital de Eslovaquia. Tan solo 60 KM separan Viena y Bratislava, que el tren cubre en una hora y veinte minutos. La cercanía de la ciudad a las fronteras de Austria y Hungría hacen de esta un nexo de unión en el cruce de caminos entre Europa occidental y oriental.
La historia de la ciudad se hace visible cuando nos adentramos en su casco histórico, lugar de encuentro de las culturas eslavas, germana y húngara y cuyos restos de esta convivencia cultural son visibles hoy en día . Los edificios y palacios barrocos abundan por las callejuelas siendo el Palacio del Primado, cerca de la torre del viejo ayuntamiento, uno de los más importantes. Construido en el siglo XVIII como residencia de invierno del arzobispo de Esztergom y hoy sede de la alcaldía, en este edificio se firmó el tratado de paz de Persburgo como consecuencia de las derrotas del ejército austriaco ante el francés en las batallas de Ulm y Austerlitz.
En la misma plaza se encuentra el antiguo ayuntamiento con su torre defensiva y que alberga exposiciones, por el que se puede acceder a la plaza Hlavne Namestie, la plaza mayor, corazón y lugar más concurrido del casco antiguo. En época navideña se monta en esta plaza el mercado donde se puede disfrutar un buen surtido de pastas y vino caliente para combatir del frío. Durante esta época resulta complicado encontrar la famosa estatua del soldado de Napoleón, que se encuentra oculta por los puestos del mercado, y que hace referencia a la entrada de las tropas napoleónicas en la ciudad. Dicen las malas lenguas que el soldado se enamoró de una eslava y se quedó. En el centro de la plaza se encuentra la Fuente de Maximiliano, dedicada al primer emperador coronado en la ciudad y que se construyó como reserva de agua para combatir los incendios.
De las cuatro puertas que conformaban la antigua ciudad, sólo la puerta de San Miguel queda una en pié, una torre de planta cuadrada que hoy alberga el museo de armas medievales y que a lo largo de los siglos ha ido sufriendo remodelaciones y ampliaciones como la cúpula octogonal. Es un lugar concurrido y lleno de vida al ser uno de los principales accesos al casco antiguo.
En uno de los extremos del casco antiguo se levanta la catedral de San Martín, que fue escenario de la coronación de un gran número de monarcas húngaros, siendo uno de los edificios religiosos más antiguos de la ciudad. Levantada sobre un antiguo cementerio, el subsuelo del edificio alberga catacumbas que fueron usadas hasta el siglo XIX. Ninguna cruz corona el edificio, en su lugar, y haciendo honor al lugar de coronación que fue, la corona húngara sobre un cojín culminan el edificio.
En los planes urbanísticos de los años 60 se llevó a cabo la demolición de todo el barrio antiguo judío anexo a la catedral para dar paso a una de las principales arterias de la ciudad, la calle Starometska, que pasa a escasos metros de la catedral y acaba desembocando en el Danubio, cruzándolo por el Puente SNP, (Levantamiento Nacional Eslovaco) otro icono de la ciudad por la curiosa estructura en forma de platillo volante que corona el único pilón que lo sustenta y que alberga un restaurante.
El puente, también conocido como Puente Nuevo, fue construido en 1973 y el es puente atirantado de un solo pilón y un solo plano de cables más largo del mundo. 431 metros salvan la distancia entre las dos orillas que separan los barrios de la zona sur de la ciudad donde perviven las viviendas en oscuros edificios de hormigón de la época soviética.
Y como toda ciudad que se precie, Bratislava también tiene un castillo. A orillas del Danubio, en lo alto de la colina el castillo es el monumento más representativo de la ciudad, su forma cuadrada y sus cuatro torres en cada esquina lo hacen inconfundible y visible desde cualquier punto de la ciudad. Construido en el siglo X, por él han pasado bávaros y húngaros, siendo durante 200 años sede de los reyes húngaros y albergando las joyas de la corona (hoy en Budapest). Tras pasar mil y una vicisitudes, no fue hasta el siglo XVIII cuando adoptó la forma similar a la actual, pero las fuerzas napoleónicas los destruyeron en 1809 y dos años más tarde un incendio lo devastó dejándolo en ruinas 142 años, hasta que en 1953 fue restaurado.
Bratislava nos deja el sabor de una ciudad agradable, con mucha gente joven que se reúne en los muchos cafés que hay repartidos por el casco viejo y con sorpresas en cada esquina.
Gracias Anett por tu colaboración.
Bratislava, noviembre de 2013.
Más fotos en la galería y flickr.
Muy pero muy lindo,excelente fotografia y narracion,yo lo disfruto cada 2 anos junto a mi familia,gracias,dakujem velmy pekne.
*** Por problemas en la sección comentarios este mensaje no pudo ser respondido antes.
Muchas gracias por el comentario, se agradecen esas palabras. Deseo que siga disfrutándolo durante mucho tiempo.
Děkuji