Construida en el siglo XIII como una ciudad fortificada encaramada sobre el río Dordoña, Domme goza hoy en día de estar incluida en la lista de los pueblos más bellos de Francia, con un gran patrimonio arquitectónico y con una atmósfera especial que invita a la calma y la tranquilidad.
Domme se encuentra a unos diez kilómetros al sur de Sarlat-la-Canéda, en el corazón del Périgord Negro, alzada sobre un acantilado, a 150 metros, en una posición privilegiada que le permite disfrutar de unas vistas excepcionales del valle y de los pueblos cercanos.
De su origen medieval aún conserva parte de las murallas que rodeaban la población y tres de sus puertas originales. La impresionante Porte des Tours, con sus torres redondas, se utilizó como prisión en la que los templarios encarcelados hicieron grabados, dejaron mensajes, sus nombres y fechas que aún hoy son visibles, dando un testimonio que no deja indiferente a nadie y convirtiéndolo en un sitio único en el mundo.
Además de la Porte des Tours, otras dos puertas siguen en pie, la Porte de la Combe y La Porte Del Bos muy próximas a la plaza de la Rueda donde en el pasado se ejecutaban las torturas de la rueda y que hoy alberga un parking de pago al lado de la oficina de cultura de Domme.
Continuando por la Grand Rue, encontraremos La plaza de origen medieval de la Halle, el centro neurálgico de la población, rodeada de edificios del siglo XIII. Aquí se encuentra la impresionante Maison du Gouverneur en la que encontraremos la oficina de turismo, un museo en el que sumergirse en la vida del Périgord y la entrada a las grutas de Domme, un sistema de galerías de más de 400 metros, las más grandes del área del Périgord Negro, llenas de estalactitas, cuyas partes más recientes se descubrieron en 1954, y que Durante la Guerra de los Cien Años se utilizaron para proteger a la población. Como otros pueblos de la zona, durante esta guerra cuando Domme fue conquistada, perdida, cedida y reconquistada varias veces por ingleses y franceses.
Perderse por las calles es el mejor modo de conocer una ciudad, así que desde la Plaza de la Halle uno puede deambular por sus calles, en un trazado que se adapta a la orografía del terreno, y admirar sus edificios, todos ellos de piedra color miel, distintiva de esta región, y madera, hasta pequeñas torres y los característicos tejados empinados tan típicos del Périgord.
Otros lugares de interés son el antiguo convento de los Agustinos, que recibe visitas sólo en verano, la casa donde se acuñaba moneda, uno de los privilegios reales de los que Domme fue dotada, y las casas de los cónsules y del gobernador. Resulta paradójico que el buen estado de sus edificios históricos se deba al gran éxodo que sufrió la ciudad Tras la Revolución Francesa, lo que facilitó su conservación.
Más arriba de la Place de la Halle se encuentra el mirador de la Barre, un gran balcón desde el que deleitarse con las excepcionales vistas del valle de la Dordoña. Desde aquí es posible divisar el pueblo de La Roque-Gageac, el castillo de Castellnaud e incluso Beynac-et-Cazenac. El mirador también es el inicio de la Promenade de la Barre, un paseo por un camino de tierra que bordea parte de las murallas que rodeaban la ciudad y que gozan de un extraordinario estado de conservación. Aquí también se puede disfrutar de las espléndidas vistas al río Dordoña y seguir por el camino que conduce a un parque público.
Quizá por su ubicación, Domme es uno de las localidades más visitadas del Périgord Negro, que incluso posee un pequeño tren turístico y visitas guiadas por la población. La oferta gastronómica aquí es abundante, restaurantes tranquilos y acogedores ofrecen las especialidades de la zona. Igual es su propuesta hotelera, con bonitas y acogedoras casas de anchos muros.
Cuando cae la tarde y el sol comienza su descenso hacia el horizonte y la luz comienza a tornarse dorada, Domme y su mirador se convierten en el mejor balcón de la Dordoña.
Domme, Francia, 2013.
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