En una tierra antaño asediada por las guerras y escondida al pie de un acantilado descansa La Roque-Gageac, entre el rumor de las aguas del Dordoña y el glamour que otorga estar entre los pueblos más bonitos de Francia.
Uno no puede dejar de asombrarse al visitar esta región de Francia. Entre bosques y carreteras que van de la mano del cauce del río uno se encuentra con pueblos como La Roque-Gageac, una pequeña población al pié de un acantilado y a orillas del río Dordoña habitado desde la prehistoria y por el que han pasado desde los romanos a los vikingos.
Fue durante la época de éstos últimos, y para defenderse de los ataques, cuando se edificaron fuertes y casas fortificadas convirtiendo al pueblo en una fortaleza, y se utilizaron las cuevas prehistóricas excavadas en la roca del acantilado para defensa.
Desde el principio el río siempre fue el principal motor económico de este pueblo de pescadores, llegándose a convertir en un importante puerto fluvial y nudo de comunicaciones tras la Revolución Francesa.
Durante años la población estuvo regida por el abad, quién más tarde se convertiría en obispo de Sarlat y que vio en La Roque-Gageac un lugar seguro donde construir su residencia, provocando así la llegada de letrados, familias ilustres y eruditos como Jean Tarde que además fue Vicario General del obispo de Sarlat y amigo de Copérnico, convirtiéndose en un icono de la región y poniendo a la localidad en el mapa, que más tarde se vería sumida en la decadencia durante las guerras y asedios de la Edad Media.
Las empinadas callejuelas empedradas de La Roque-Gageac se abren paso entre casitas y casas fortificadas de los antiguos nobles, son los restos que quedan del Renacimiento cuando la población experimentó otro florecimiento y se embellecieron las viviendas con ventanas del estilo del momento, tejados en forma puntiaguda, almenas en las torres, y cuyos restos dominan hoy entre jardines y nuevas edificaciones que parece que quisieran trepar parte del acantilado.
Las calles llevan a la pequeña iglesia del siglo XIV que se encuentra rodeada por un jardín tropical que creó y cultivó un científico director de medio ambiente, agrupando hasta doce variedades de palmeras, adelfas, cactus, naranjos y limoneros, entre otras especies.
En 1957 un enorme bloque de roca se desprendió del acantilado destrozando varias casas, causando tres muertos y bloqueando la carretera durante varios años. La reconstrucción se hizo respetando el aspecto tradicional, lo que permitió ingresar en la lista de los pueblos más bonitos de Francia.
La Roque-Gageac, Francia 2013
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